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Lo más justo y apropiado será citarlo a Juan Manuel Vera, en lo que dice en el inicio de su texto "Cornelius Castoriadis: la interrogación permanente" : "Su aventura intelectual resulta fascinante porque representa un genuino proceso de liberación mental, de destrucción de mitos, de deconstrucción del pensamiento heredado y de reconstrucción y replanteamiento de las preguntas originarias de una acción y de un pensar liberadores". No debe perderse de vista que Castoriadis inicia su itinerario de reflexión como militante antiestalinista, y que muy tempranamente estaría interesado en la obra de Freud. Cuando se distancie del marxismo, volverá sobre la filosofía tradicional, y se internará en el psicoanálisis. Esta tarea, iniciada a mediados de la década del 60, resultará en la publicación de La institución imaginaria de la sociedad donde expondrá lo esencial de su pensamiento sobre la sociedad, la psique y la indisociabilidad e irreductibilidad de ambas, la lógica de los magmas, la imaginación radical y el imaginario social instituyente, las significaciones imaginarias sociales, y su análisis del marxismo. En dicho texto propondrá un absoluto rechazo de todo determinismo, idea que estará en el núcleo de su pensamiento.

La imaginación, tal como fue repensada por Castoriadis, es una noción clave en su pensamiento, el cual gira en su conjunto alrededor de ella: la psique como imaginación radical, la sociedad como creación del imaginario social instituyente. Es el origen de todo lo que se representa y es pensado - es decir, de lo racional -, siendo la característica fundamental del sujeto humano su imaginación defuncionalizada y liberada.

Frente a la lógica formal, llamada por él conjuntista identitaria, propone la lógica de los magmas, basada en la indeterminidad o posición permanente de nuevas determinaciones. La noción de magma es aplicada tanto al inconsciente - del cual en realidad surge, ya que es elucidada en buena medida por Castoriadis a partir del trabajo de Freud en "La interpretación de los sueños" - en tanto uno de los lugares de expresión de la imaginación radical , a la sociedad, en tanto hay un magma de significaciones imaginarias sociales, como a toda elucidación que se precie de ser radical. En relación a la ciencia, propone la elucidación de la misma desde una perspectiva histórico-social y filosófica. Esta elucidación debe estar dirigida siempre al desafío de crear un pensamiento complejo que sea capaz de dar cuenta, de hacer pensar, la dimensión poiética, de creación, de ruptura y surgimiento de lo nuevo, a nivel físico, del ser, y de lo histórico-social , elucidación en la cual la imaginación radical y la autonomía ocupan un lugar decisivo, haciendo necesaria una nueva lógica: la de los magmas. Lo magmático a este nivel, es la capacidad de pensar lo que ES como estratificación de un tipo hasta este momento desconocido, como organización en planos ligados de adherencias parciales, estratificación y sucesión de capas del ser, organizadas siempre de modo parcial y momentáneo. La ciencia tiene a la incerteza en su centro, todo conocimiento es parcial, en oposición a la certeza, coagulación de todo saber posible, que responde, a su vez, a una de las características de la psique y de la sociedad, como es la búsqueda de un sentido último. Es el totalitarismo de la mónada psíquica que produce efectos en el pensamiento y en la sociedad.  Así, dirá que lo real no tiene UNA lógica, al mismo tiempo que no deja de tenerla. Propone romper definitivamente con la separación entre ciencia y filosofía, y terminar con la ilusión de que la subjetividad puede quedar por fuera de todo saber.

La concepción de las significaciones imaginarias sociales es solidaria del registro de lo histórico-social, como registro que Castoriadis instituye para mostrar la profunda articulación e interdependencia entre la psique y la sociedad.  La subjetividad es producto de la incorporación de significaciones imaginarias sociales de la sociedad a la que pertenece. Estas son creadas por el colectivo anónimo de los sujetos, a partir de su imaginario social instituyente. Es así como toda sociedad debe proveer de un sentido a sus partícipes - para respetar la característica de su psique -. Por lo tanto, para Castoriadis, y retomando en este punto a Marx y a Freud, toda realidad es social por definición. Las significaciones imaginarias sociales definen - de un modo absolutamente arbitrario - las representaciones, deseos y actos de los sujetos. Así, por ejemplo, las ideas de libertad, de democracia, etc., son una creación del colectivo, no tienen ningún sentido en sí mismas, ni son cuestiones inefables como nada lo es. La Historia no tiene sentido, no va hacia ningún lugar en especial, ni el pasado es el resultado de determinaciones. la posición de nuevas determinaciones es algo constante a tal grado que hacen desvanecer toda idea de determinación última, hecho que se hace más patente cuanto más nos alejamos de las llamadas ciencias "duras".

La reflexión de Castoriadis sobre la sociedad no va a la zaga de lo expuesto hasta este punto. Las sociedades se mueven entre la heteronomía (alienación) y la autonomía. Esta última para ser alcanzada necesita de la implementación de un régimen democrático, en el cual la idea de mortalidad ocupa un lugar privilegiado - para lo cual retoma la función de la tragedia en la sociedad griega, como recordatorio para los sujetos de su finitud y del precio a pagar si fracasa la autolimitación y se produce la desmesura, la hybris - . Este tipo de sociedad - con el ejemplo de la sociedad de la Antigua Grecia y de la Revolución Francesa, así como de ciertos momentos de las revoluciones socialistas del siglo XX, etc. - es capaz de reflexionar sobre sus significaciones, e instituir de modo lúcido nuevas. Pero la tendencia - tanto en la sociedad como en el sujeto - es al cierre del sentido, el cierre a la emergencia de lo magmático, de la imaginación irrefrenada y defuncionalizada, fuente de la creación. Otra cuestión a resaltar es que Castoriadis propugna un cambio profundo y sin precedentes de la relación de los integrantes de la sociedad con el conocimiento, con el saber, lo que implica una diferente relación con la autoridad. La fragmentación del mundo del conocimiento debida a la crisis actual, debe dejar lugar a un trabajo conjunto entre disciplinas, a articulaciones entre las mismas.

Por cierto que la imaginación - tanto de la psique como la del colectivo - si no es acompañada de la lógica conjuntista identitaria, produce caos, pero deviene fatalmente en cierre, hasta que una nueva ruptura vuelva a poner a lo magmático en la superficie, en un movimiento inacabado.

La  autonomía es alcanzada por el hombre cuando arriba al estado de reflexión, cuando deviene un sujeto reflexivo, como instancia que va más allá del individuo socializado, ya que implica la capacidad de cuestionar las significaciones imaginarias sociales - hecho este íntimamente emparentado con el psicoanálisis como praxis práctico-poiética -. Los hombres, como conjunto, pueden salir de la heteronomía cuando pueden darse a sí mismos sus leyes.

Finalmente, la cuestión de Poder ocupa un lugar destacado en la reflexión de Castoriadis: es anterior a todo poder explícito, y es el poder de la institución de la sociedad que ejerce el colectivo anónimo. El Poder, de esta manera, es de Nadie. La ideología que acompaña al mismo no es más que el aspecto racional de las significaciones imaginarias sociales. Las preguntas sobre el poder, sobre la igualdad, la justicia, la libertad, carecen de una respuesta última.



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